DIA 3. STIRLING.
Tras desayunar lo que habíamos comprado el día anterior en el Sainsbury y recoger todas nuestras pertenencias, fuimos a coger el tranvía para ir al aeropuerto. Todo lo relacionado con el alquiler del coche ya lo conté en este post, así que vamos directamente al momento en que me senté, con más miedo que otra cosa, en el lado del conductor, para coger por primera vez el coche que me llevaría a las Highlands. Tras salir del aeropuerto nos dirigimos hacia Stirling, nuestra primera parada en Escocia después de Edimburgo. Stirling es una pequeña ciudad medieval, situada a menos de una hora de la capital donde hay un castillo que queríamos visitar, el Castillo de Stirling, que entraba en nuestra Explorer Pass (merece la pena verlo). Tras conducir bajo aguas torrenciales, al llegar a Stirling más cansada que otra cosa (fruto del estrés de conducir al contrario en esas condiciones climáticas por primera vez en mi vida) aparcamos el coche y nos fuimos a pasear por la ciudad en búsqueda del famoso castillo. Para nuestra suerte, cuando llegamos allí y entramos con nuestra Explorer pass, el sol decidió asomarse y fue la primera (y única vez) que me pude quedar en tirantes durante 15 minutos en todo el viaje (¡verano escocés!).
El famoso Castillo de Stirling tiene unos jardines muy bonitos y unas vistas preciosas. La verdad es que está muy bien conservado, no había mucha gente (llegamos temprano) y pudimos verlo con calma deteniéndonos en cada detalle. Había trabajadores haciéndose pasar por personajes históricos que iban explicando cosas del castillo y su historia (en inglés). Pasamos por allí un par de horas o quizás más, haciendo fotos, viendo cada rincón e incluso descansando en el césped de su entrada trasera.
Al salir, caminamos hacia la ciudad pasando por la iglesia Holy Rude, la cual no pudimos visitar porque decidimos ir a comer primero y para cuando quisimos volver ya estaba cerrada. También intentamos entrar en Argyll’s Lodging, la casa de un noble del siglo XVII situada a los pies del castillo (justo al salir, enfrente) aparentemente super bien conservada (eso dicen en Internet), pero a la cual no pudimos acceder pues la estaban restaurando. Una pena porque nos entraba también en la Explorer pass. Aunque yo no pudiera visitar ninguno de los sitios, si tenéis la oportunidad, hacerlo.
Bajando hacia la ciudad llegamos a una calle llena de bares y restaurantes donde había mucha variedad para comer. Intentamos entrar a un sitio con muy buena pinta, pero nos dijeron que había una hora de espera, así que decidimos probar suerte en otra parte y así acabamos en The Boozy Cow, un bar con una decoración peculiar donde también pude encontrar hamburguesas vegetarianas.
Al salir de comer teníamos dos opciones: o seguir viendo Stirling o irnos al Castillo de Doune que estaba muy cerquita de allí (15 minutos) y no tardaría mucho en cerrar (esto es importante a la hora de organizar vuestro viaje a Escocia. Tened en cuenta los horarios de apertura y cierre de todos los lugares que queráis visitar para no tener problemas, puesto que suelen cerrar más temprano que en España). Así que, cogimos nuestro pequeño coche de nuevo y allá que nos fuimos.
El Castillo de Doune es genial. Siendo sincera, me encantó, más que el de Edimburgo y más que el de Stirling. Y no es porque sea grande (de hecho es mucho más pequeño y menos espectacular) sino porque está bien conservado sin tener nada y, no sé, tiene carisma, no sé explicarlo. Este castillo se construyó en el siglo XIII y fue reconstruido en el XIV por el duque Robert Stewart. La verdad es que tan solo con cruzar su entrada ya sentí haber viajado en el tiempo. Si pudiera, volvería a visitarlo ahora mismo.
Además este castillo tiene un encanto particular para los cinéfilos. Aquí se han rodado escenas de Outlander (castillo de Leoch), «Los Caballeros de la Mesa Cuadrada» de Monty Python y también Juego de Tronos, ya que fue Invernalia en el capítulo piloto.
Tras pasar una hora o algo más metiéndonos por todos los rincones del castillo, salimos a dar una vuelta por las inmediaciones que son espectaculares (bosque, río…). Una localización muy bonita. ¡Como se lo montaban algunos!
Tras salir del castillo, a eso de las cinco, decidimos ir a buscar nuestro próximo alojamiento. Teníamos reserva en un bed & breaksfast (¡Me encantan! Si hubiera podido me habría alojado siempre en uno de ellos) en el que encontramos habitación de milagro (nota: si vais a viajar a Escocia en verano reservad los lugares con mucha antelación, todo se llena y es muy difícil encontrar alojamiento). El lugar donde nos alojamos fue The Old Tram-House, un bed & breakfast que parecía una casita de muñecas. La dueña de la casa la tiene decorada con ese estilo inglés tan recargado, la verdad es que es una pasada a la vez que un poco too much. Tras hacer el check-in, ver que podíamos dejar el coche ahí aparcado durante la noche y de dejar nuestra maleta en la habitación, decidimos volver a Stirling para dar un paseo y cenar.
La casa está a las afueras, junto a una carretera. Al principio pensábamos que estábamos algo lejos de Stirling, pero la verdad es que en coche eran solo diez minutos, así que estábamos muy contentos. Cogimos el coche, pusimos el GPS y nos fuimos a la ciudad. Recorrimos las calles del centro, pasamos por el puente de Stirling, King street o calle Real, etc. Incluso andamos un trocito de la ruta The Back Wall (una pequeña ruta siguiendo el recorrido de las antiguas murallas de la ciudad) aunque no toda porque íbamos agotados. Pasado un rato, decidimos ir a cenar al pub irlandés Molly Mallomes, que, por cierto, gracias a Instagram me enteré de que es una franquicia y que hay alguno en España (por si queréis ir, aunque tampoco es que sea el sitio que más recomendaría).
Tras la temprana cena decidimos volver a nuestra casita de muñecas y descansar, el día había sido largo y habíamos andado mucho.
Así pues, tras una ducha y un poco de lectura, dimos por concluido el tercer día de viaje en Escocia.
Por cierto, muy cerca de la ciudad se encuentra el monumento a William Wallace, pero nosotros lo vimos de lejos pues nos pareció que no merecía la pena ir a verlo. Pero si alguien quiere ir, que sepa que está allí.
DÍA 4. KILLIN Y DALMALLY.
Tras levantarnos y tomar un increíble desayuno en nuestra querida casa de muñecas victoriana, nos pusimos rumbo de nuevo hacia nuestro nuevo destino. Cualquiera que vaya mirando un mapa según siguiendo nuestro recorrido observará que la ruta se dirigía hacia el oeste del país para subir a las Highlands y volver por el otro lado (que es justo lo opuesto a lo que suele hacer todo el mundo, no sé por qué).
Lo mejor de viajar con coche es que tienes total libertad de parar cuando y donde quieras, no solo en los lugares que tienes establecidos en tu ruta. Así que, cada vez que veíamos un sitio que nos llamaba la atención, parábamos. A unos cuarenta minutos desde Stirling decidimos hacer una pausa en el primer lago de Escocia que vimos. Este es Loch Lubnaig y lo recuerdo con especial cariño porque fue el primer paisaje impresionante que vi. Allí había una pequeña cafetería en la que nos pudimos comprar un café caliente que, con esas impresionantes vistas, es uno de los mejores recuerdos que tengo de todo el viaje. Pocos momentos de paz he vivido en mi vida tan perfectos como ese. Impresionante. Creo que fue en ese momento cuando comprendí dónde me había metido y qué viaje estaba haciendo. No sé, me quedé sin palabras. Aquello me parecía demasiado bonito. Sin ser el lago más impresionante de todo el viaje, sí que fue uno de los que más me impactaron.
Tras pasar un rato allí respirando aire puro y admirando el paisaje, nos pusimos en marcha hacia Killin.
Killin es un pequeño pueblo donde se encuentran las Falls of Docharts, las cascadas del río Dochart (que atraviesa el pueblo) donde el cauce cae entre las rocas creando unos rápidos de espuma blanca bastante impresionantes. Si lleváis cuidado, no cuesta nada adentraros entre las rocas (intentando no caer, que resbalan mucho) para poder verlo mejor y no solo desde el puente.
Pasado este, hay un antiguo molino que es el único que sobrevive de la época, el Old Mill. Tras este molino se encuentra alojada una tienda de artesanía y segunda mano en la cual me compré un souvenir por un pound (el libro de la Naranja Mecánica). Killin está lleno de bed & breaksfast y a pesar de ser muy pequeño, parece un buen sitio para dormir, especialmente si el tipo de turismo que hagáis está enfocado a hacer rutas de senderismo (Escocia es un país perfecto para ello).
Aún no teníamos demasiada hambre pues era temprano, así que decidimos seguir con nuestra ruta hacia Glencoe (donde nos habría gustado dormir). Cuando llevamos un rato conduciendo nos desviamos para ir a Dalmally, lugar donde encontramos la única habitación libre de toda la zona. Nuestro hotel estaba ahí, en medio de la nada, en una carretera cuyos pueblos más cercanos estaban todos a unos veinte minutos. Era el Muthu Dalmally Hotel, que fue, hasta la fecha, el peor alojamiento en el que estuvimos. No es que el servicio fuera malo ni tampoco el lugar (muy carismático por cierto), pero sin duda es el alojamiento que no repetiría (a pesar de que fue el lugar que más cerca me hizo estar de los paisajes más increíbles que he visto jamás). Este hotel fue el único que no tenía desayuno incluido (y por el que había que pagar diez pounds extra) y estaba lejos de cualquier lugar con civilización. Además, cuando llegamos, habían tenido un problema con el ordenador y el servicio estaba de los nervios. Por lo demás, sin problemas. Yo no soy nada delicada con los alojamientos, la habitación tenía baño dentro y estaba limpia. Así que en aquel hotel que parecía sacado de una película de los 70 o de una de Wes Anderson, decidimos dejar nuestras maletas y tomar energía antes de ponernos en marcha hacia el siguiente destino (que era buscar un lugar dónde comer).
Ya en el coche, una media hora más tarde llegamos a Inveraray. Este es un pequeño pueblo (¡como todos los pueblos de allí!), blanco y costero de Escocia que bordea el Loch Fyne. Allí podemos encontrar algún restaurante, hotel, bed & breakfast y tiendas… Su atracción principal es el Castillo de Inveraray, el hogar del duque de Argyll, el jefe del clan Campbell. Para nuestra desgracia, cuando quisimos ir (este pueblo no estaba en nuestra ruta y fuimos por casualidad al enterarnos de que no teníamos ningún restaurante cerca en Dalmally) ya estaba cerrado y no pudimos visitarlo, pero tiene muy buena pinta y me lo apunto para la próxima visita.
Tras comer-cenar a las seis de la tarde y hacer la compra del desayuno del día siguiente, decidimos dar un paseo por el pueblo y una pequeña tormenta que cayó nos regaló el arcoiris más alucinante que he visto en mi vida. ¡Que maravilla!
Una vez más con las manos al volante decidimos dar la vuelta por donde habíamos venido, pero en lugar de parar en Dalmally nos fuimos en busca del Castillo Kilchurn, un castillo del siglo XV en ruinas que es alucinante y cuyas inmediaciones son más impresionantes aún. Está un poco escondido para llegar, ya que hay que meterse por un camino que no es muy visible desde la carretera, pero de verdad, tenéis que ir.
Había por el camino caravanas y gente durmiendo en tiendas de campaña (lloviendo y con el frío, esta gente está hecha a todo ¡y con esas vistas no me extraña!). Tras darnos una vuelta por el castillo (no se puede entrar) y sus inmediaciones y tras llenarnos los pies de barro (nota: las botas de agua son una opción genial para viajar a las Highlands) nos fuimos a nuestro pintoresco hotel para darnos la ducha de rigor y acostarnos temprano. Al día siguiente las Highlands nos esperaban 🙂
Hasta aquí los días 3 y 4 de nuestro viaje. Una introducción perfecta a lo que estaba por llegar.
Espero que os esté gustando tanto como a mí recordarlo.
¡Un beso!
6 Comments
Brutal, como el anterior capítulo.
Estoy deseando leer el próximo. Se avecina increíble. =D
Gracias sis ;*
Espectacular el post. Da gusto leer (y ver) sobre tus viajes Nada más ver el castillo de Doune me di cuenta que era el de Outlander. Espero el siguiente «capítulo» de la serie.
PD: Por lo que me respondiste en el post anterior, te confirmo que me tienes abonado de por vida a tus posts sobre viajes.
[…] Escocia, Highlands | Lifestyle & personal blog en VIAJE A ESCOCIA: ALQUILAR COCHE Y CONDUCIR POR ESCOCIA […]
[…] nuestro setentero hotel en Dalmally para empezar nuestra ruta hacia las Highlands. Justo enfrente de este hotel hay un […]
[…] Stirling, Killin y Dalmally […]