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Feminismo para principiantes
05/12/2017

Escribir sobre feminismo es algo a lo que llevo mucho tiempo dándole vueltas, pero que he rehusado hacer en cientos de ocasiones, quizás por miedo. No miedo a la repercusión (no me lee tanta gente), sino a no saber explicarme de manera adecuada o incluso a leerme dentro de tres años y ver que he cambiado mi forma de pensar y cuan equivocada estaba (aunque los cambios para mejor son siempre positivos y no tienen por qué darnos vergüenza).

A lo anterior sumamos que, de un tiempo a esta parte, me prometí a mí misma que intentaría hablar lo mínimo posible en Internet sobre temas controvertidos (como la política y la religión) pues son cosas que nunca llevan a ningún sitio: el que piensa de determinada manera en alguno de estos dos temas, piensa así y no cambiará de parecer por mucho que lo intentes. Al final, en general, las personas somos bastante cerradas o cabezonas y nos cuesta mucho cambiar de opinión por mucho argumento que nos den, así que estas cosas suelen ser como trabajar para no ganar dinero a final de mes, es decir, una pérdida de tiempo (o de ánimo, más bien). Pero el feminismo es diferente, al menos para mí. Primero porque es un tema que por fin se ha puesto de moda (aunque, desgraciadamente, sea por el incesante machismo que vivimos a diario) y segundo, porque desde hace tiempo tengo claro que es mi causa. Todo el mundo tiene un motivo por el que luchar y yo he descubierto que el feminismo es el mío. Por supuesto que, como a ti, hay otras cosas que me motivan para pelear, pero nada me importa tanto como la mujer. Esto quizás se deba a que soy una o a que creo que es algo por lo que merece la pena moverse, o quizás simplemente porque creo que, en parte, está en nuestras manos. Sea como sea, así es como lo siento.

Así pues, aquí estoy, tecleando estas palabras con algo de miedo en el cuerpo sin saber por dónde me llevará mi cabeza y sin saber si podré explicarme de manera adecuada (hay tantos caminos y tantos recovecos en esto del feminismo), pero espero poder hacerlo y espero que, los que me lean, lleguen a comprenderme.

A pesar de que creo que no tengo por qué dar explicaciones, las quiero dar antes de que nadie diga nada: en este post no pretendo dar lecciones, ni convencer a nadie de nada. Por eso falta mucha información, muchos motivos y muchas cosas relacionadas con el feminismo. Si otros post llegan, ya explicaré otras cosas sobre el feminismo; por el momento, este post solo trata sobre mí, cómo cambié de ser feminista a ser una feminista de verdad y cómo creo que todas podemos cambiar.

Pic: Joshua K Jackson

A mis 31 años creo que puedo confirmar que comencé a ser feminista hace tan solo tres o cuatro años. No recuerdo fechas exactas, aunque sí momentos clave. Antes siempre me consideré feminista, por supuesto. Fui criada por unos padres geniales que siempre han intentado que yo fuera una persona fuerte e independiente inculcando valores que estoy segura de que son extremadamente valiosos en la personalidad de cualquier persona. Pero, a pesar del esfuerzo de mis padres, no puedo olvidar dónde nací. En España la religión está muy arraigada. Toda nuestra cultura y educación está influida por ella de alguna u otra manera. Tenemos que recordar que, por ejemplo, hasta hace bien poco (¡nuestras madres!) seguían pensando que llegar al matrimonio virgen era lo que debían hacer (por y para el hombre). Mientras en otras ciudades del mundo (por ejemplo en Nueva York) el divorcio ya era algo bien establecido, en España las mujeres seguían llevando luto hasta el fin de sus días tras la muerte de su marido y, como estos dos ejemplo, miles. No lo juzgo, pero hemos estado (y vamos) muy atrás en muchos aspectos con respecto a otros países, al igual que otros países van atrasados respecto a nosotros. No se trata de compararnos, se trata de historia. Imagino que vivir en una dictadura en la que a la gente la mataban por no ir a misa los domingos influyó lo suyo, pero no seguiré el post por esos caudales. No es lo que me interesa en estos momentos.

Independientemente de que en una familia la religión esté más o menos presente, en España, por lo general, la religión siempre ha formado parte de la cultura y la educación (si no en casa, en la escuela). Así pues, para todos nosotros son considerados normales ciertos aspectos de la vida de una mujer a base de oírlos una y otra vez (por ejemplo, que tarde o temprano hay que casarse, que las infidelidades son el mismísimo satán, etc.). Yo crecí, como todos los de mi generación, con este tipo de discurso en el ambiente: la mujer no debe hacer ciertas cosas que no están permitidas por la sociedad. Dentro de esto también hay otro tipo de cosas que nuestros padres y maestros nos han transmitido a lo largo de todos estos años sin darse cuenta: su propio discurso. No quiero criticarlos, la gente lo hace lo mejor que puede, pero los niños son esponjas y nuestros padres o tutores son en quienes nos vemos reflejados, son nuestros modelos más importantes (al menos hasta la adolescencia) y sus mensajes indirectos (palabras y comportamiento) influyen terriblemente en nosotros. Así pues, si un padre va mirando por la calle a una mujer y le hace un comentario obsceno, ese hijo aprenderá que puede hacerlo y esa hija aprenderá que debe aguantar ese tipo de comentarios por parte de desconocidos; si la madre de esos niños entonces decide llamar «guarra» a esa chica a la que su marido ha hecho un comentario, ese hijo aprenderá que puede hacerlo porque encima esa chica se lo merece, por guarra, y esa hija aprenderá lo que -según sus padres- es una guarra (en este caso no será alguien con problemas para de higiene) teniendo así ese concepto de determinadas mujeres en determinados momentos.

La educación es la clave, ya lo sabéis.

Foto de mi Instagram

Pero, además, creo que hay algo muy importante para que el machismo no se extienda más y, junto a la educación (que lo es todo), hay algo muy claro a lo que no se de la da importancia suficiente: autoestima. Hay que educar a los niños en su seguridad, en su autoestima. Olvidemos todos esos discursos comparativos, olvidemos esas películas de Disney donde las chicas deben ser rescatadas por un príncipe azul porque ellas solas no saben, olvidemos lo de «deja de llorar como una nena, los niños no lloran». Olvidemos todo eso. Los niños/as deben sentirse seguros de sí mismos, los niños y niñas deben quererse, quererse mucho y quererse bien. Y quererse bien no es mirarse en el espejo y pensar qué guapo es. Quererse mucho es saber que tu mayor virtud es tu inteligencia o paciencia, o tu capacidad para hacer puzzles, o que hablas dos idiomas o que eres muy simpático con la gente, o gracioso. Que tienes cosas buenas, que tu personalidad es arrolladora. No sé, lo que sea.

Cuando la gente se quiere, cuando la gente está en paz consigo misma, es cuando deja de compararse con los demás y deja de criticar a aquellos que tienen más o menos que nosotros. Una niña segura de sí misma no se sentirá en la necesidad de compararse con la chica de al lado y tampoco tendrá la necesidad de criticarla si es peor, igual o mejor que ella (según su criterio o el aprendido en casa/colegio).

Para mí, esa es otra de las claves e igual de importante que la educación.

Foto de Pinterest. No encontré su fuente original.

Hasta hace tres o cuatro años criticaba a otras mujeres. No lo hacía ni en voz alta, en ocasiones tan solo era el discurso que transmitía a mi misma en mi cabeza. Y, al igual que lo hacía yo, veía cómo lo hacían todas las chicas de mi alrededor, tal como lo veo hoy día en Instagram o en la calle cuando muchas chicas critican a otras simplemente por… todo. ¿Por qué nos molesta tanto el éxito en las demás? ¿Por qué nos molestan sus cuerpazos? ¿Por qué nos molesta su pelo, sus dientes blancos, la falda que llevan? ¿Su actitud en la vida? Porque nos da envidia, porque nosotras queremos eso, queremos ser así.

Cuando hablo de dejar de criticar no me refiero a que no puedas hablar con tus amigos sobre lo mal que crees que viste una persona o incluso contarle a tu gente de confianza lo antipática que te parece tu compañera de trabajo (siempre defenderé el derecho a no llevarse bien con todo el mundo); sino que hay que dejar de hacer juicios de valor sobre otra mujer por su cuerpo y actitud y lo que representa para ti. Ejemplo: una chica se enrolla con un par de chicos en dos semanas. ¿Cómo la llamamos? Puta, zorra, fresca, guarra. La pregunta es: ¿por qué? Como dije antes, creo que en esto tiene mucho que ver nuestra educación y lo influida que está por la religión; pero, además de eso, tras observar el comportamiento de muchas mujeres a lo largo de las diferentes etapas de su vida y después de observarme a mí misma, siempre llego a la misma conclusión: la mayoría de las veces que una mujer critica a otra en cuestiones de sexo, ropa o personalidad, lo hace por envidia. No hay más. Envidia pura y dura. Que digas «qué pantalones más feos lleva hoy X» no es una critica por envidia, que digas «esta lleva esos pantalones para ligarse al jefe» sí lo es. Que digas «se ha liado con dos en una semana» como dato informativo no es envidia, que digas «se ha liado con dos en una semana, la fresca» sí lo es. Y así sucesivamente, con todo. El tono, la intención, la actitud, todo es, en realidad, definitorio de cómo nos sentimos con nosotros mismos.

Cuando me di cuenta de esto, de que la mayoría de las veces en que mi discurso negativo hacia otra mujer estaba influenciado no por esa persona, sino por lo que yo sentía conmigo misma, es cuando decidí y comprendí que hasta la fecha no había sido feminista y que, si quería serlo, tenía que cambiar. Para mí ya no habrá «frescas» que se acuesten con nadie para conseguir nada (y oye, si fuera así y lo consiguen, bien por ellas), ya no habrá juicios de valor sobre la vestimenta de nadie con un fin sexual o no (de hecho, me alegro mucho por la que no siente vergüenza o complejo sobre su cuerpo), así como no habrá comentarios negativos de ningún tipo hacia una mujer por su  físico o vida sexual, de ningún tipo. Creo que cualquier mujer puede y debe hacer lo que quiera con su cuerpo y con su mente.

Foto de mi Instagram

Intuyo que este cambio se dio en mí cuando por fin empecé a quererme, cuando comencé a pensar en que no somos nuestro cuerpo, sino que nuestro cuerpo es solo nuestro medio de transporte, cuando empecé a pensar en mí en valores morales y capacidad mental y no por si soy más guapa o más fea, en definitiva, cuando aprendí que la sociedad ha atribuido una excesiva importancia al físico de las mujeres y que este no es, ni de lejos, lo que nos define como personas. Y que si un tío solo se fija en ti por tu culo, no merece la pena. Que si para sentirme mejor necesito criticar la boca de otra, tampoco la merezco yo.

Por supuesto que hay gente más guapa que otra, con mejores rasgos, mejores piernas, mejores tetas, mejores de todo, y por supuesto que habrá mujeres a las que eso les sirva para conseguir un trabajo, éxito o felicidad. O quizás no. Pero sea como sea ¿qué más da? En lugar de sentir envidia y querer competir contra eso, ¿por qué las mujeres no nos apoyamos las unas a las otras? ¿Por qué no nos damos refuerzo positivo? ¿Por qué al ver a nuestras amigas no les decimos lo guapas que están? ¿Por qué tenemos que seguir mirando por el rabillo del ojo cuando lo que debemos hacer es alegrarnos de que esa chica enfrente de ti esté tan segura de sí misma?

Tenemos que cambiar el discurso y tenemos que cambiarlo ya. Las mujeres estamos solas y esto no se nos debe olvidar. Por supuesto, hay hombres que nos acompañan en esta lucha y hombres que están dispuestos a dar la cara y defender nuestros derechos junto a nosotras, pero al final siempre estamos solas, porque solo las mujeres podemos comprender qué es el machismo y hasta qué punto nos afecta, porque ellos no viven las situaciones tensas o incómodas que vivimos nosotras, porque casi todas las personas que mueren siempre a causa de la violencia de género son mujeres, porque, chicas, no podemos permitirlo más.

Así que desde aquí hago mi pequeño llamamiento a todas las mujeres que puedan estar leyéndome: quered y quered mucho y bien. Primero a vosotras y luego a las demás. Queriéndoos a vosotras mismas conseguiréis salir de esa nube de mierda que se llama envidia y dejaréis de juzgar a vuestro género de esa misma manera en que odiáis que os juzguen a vosotras mismas y entonces comenzaréis a querer a las demás. Es un trabajo largo, complicado y con recaídas, pero lo conseguiréis. Y, después del amor propio, dad amor a las demás mujeres: a vuestra madre, abuela, amigas, compañeras de trabajo e incluso a esa chica que acabas de cruzarte por la calle que tiene un culo impresionante. No os comparéis, solo quered, porque esa chica es exactamente igual que vosotras, con sus miedos e ilusiones y esperanzas, sus complejos o sus virtudes, ella también está sola en esta lucha (solo nos tiene a nosotras) y porque tenemos el poder de cambiar el discurso y el deber de hacerlo.

Si yo he podido, vosotras también podéis.

 

¿Queréis luchar conmigo?

 

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Feminismo

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7 Comments


Oli&Moli
05/12/2017 at 11:10 am
Reply

En ello andamos….. La verdad es que tenemos tantas costumbres culturales arrigadas, que muchas veces resulta difícil cambiarlas. Te paras, piensas, e intentas rectificar…. Solo espero, que las siguientes generaciones puedan evolucionar en este aspecto, aunque està visto, que vamos mal, muy mal



    arualchu
    11/12/2017 at 10:43 am
    Reply

    Yo creo que por muy arraigadas que tengamos las costumbres, tenemos que hacer todo lo posible por intentar cambiarlas…

Saioa (Charcodelocos)
06/12/2017 at 10:11 am
Reply

Después de leerte, quiero más. Creo que es necesario que se hable de feminismo, que se debata, incluso. Así que me encantaría que escribieras una segunda entrega. ¡Y que la gente comente!

Me ha parecido muy interesante empezar por la educación y la autoestima. ¡Qué importantes ambos asuntos! Sobre todo, el segundo. Y qué complicado. Yo trato de trabajar en esto todos los días desde que descubrí que cojeaba en eso de quererme. Y, mira, el yoga me está ayudando mucho. Es esencial quererse para querer mucho y bien. Creo que las mujeres tenemos esta asignatura muy pendiente precisamente por todo eso que comentas de la sociedad y la educación. Nos enseñan a ser pequeñitas, obedientes y siervas, siempre pendientes del bienestar de maridos e hijos. Y terminamos por creernos menos y desatender el amor por nosotras mismas. Ese desamor alimenta la comparación y las comparaciones son odiosas, así que se manifiesta la envidia, la rabia y los comentarios horribles hacia otras mujeres. Tenemos que acabar con esto ya para estar unidas. Así que me uno a tu causa. Me uno a esa lucha.

Bravo, Laura. Eres muy necesaria.

Un abrazo.

Saioa



    arualchu
    11/12/2017 at 10:50 am
    Reply

    Gracias Saioa, muchas gracias por tomarte tu tiempo y leerme.

    Creo que seguiré escribiendo, en realidad tengo mucho que decir, como tenemos todas.
    Mucha gente me ha comentado pero lo ha hecho por Instagram. La verdad es que me habría gustado que hubiera sido por aquí para que la gente se animase a escribir y hubiésemos podido debatir entre todos, pero bueno, Instagram es ahora más fácil y popular, así que lo entiendo.

    Decidí empezar este tema desde la autoestima porque me di cuenta de que es lo que a mí me pasaba, que la gran mayoría en que he mirado a una mujer mal ha sido porque me he sentido pequeña a su lado, no por su culpa, si no por un problema mío. Y si el problema es mío, evidentemente tengo que cambiarlo.

    Todo lo que tu dices en tu comentario es digno de ser escrito y explicado en un post.
    Quizás lo haga y te lo pase antes para que me des tu opinión.

    Un beso preciosa. Y de nuevo, gracias.

Raque
18/12/2017 at 2:09 pm
Reply

Gran post para empezar a hablar de El tema.
Queremos más.



    arualchu
    19/12/2017 at 12:10 pm
    Reply

    Espero que pronto 🙂

TODO LO QUE EL 2017 HIZO POR EL FEMINISMO | Lifestyle & personal blog
15/01/2018 at 9:22 am
Reply

[…] de haber crecido en un ambiente adecuado para ser feminista, como ya comenté en el post anterior «Feminismo para principiantes», creo que nuestra educación (en general) está muy influenciada por la religión […]



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